La primavera es una de las
4 estaciones de las zonas templadas y una de las 2 estaciones de la
zona intertropical (transición entre el invierno y el verano).
Empieza con el equinoccio de primavera (sobre el 20 y el 21 de marzo
en el hemisferio norte, y alrededor del 22 y el 23 de septiembre en el
hemisferio sur), y acaba con el solsticio de verano (sobre el 21 de
junio en el hemisferio norte y el 21 de diciembre en el hemisferio sur). En la
zona intertropical del hemisferio norte comienza el 21 de marzo hasta el 23 de
septiembre. En la zona intertropical del hemisferio sur se extiende desde el 23
de septiembre hasta el 21 de marzo. Como dato, en literatura la primavera
representa la juventud.
Se la conoce como la estación del amor con la llegada de las
flores y los colores, por ello se debe que aparezca como sinónimo de vida y
renacer.
Esta estación suele ser recibida con alegría en todo el
mundo. Los poetas nunca fueron inmunes a sus encantos. Por ello escribieron
muchos poemas en honor a la primavera.
Algunos versos son:
José Martí “Con la primavera”:
Con la primavera
Viene la canción,
La tristeza dulce
Y el galante amor.
Juan Cunha “Vine para decir tu primavera”:
Vine para decir tu primavera
Digo para nombrar dulce tus aves
Por abrirte las flores que tú sabes
Para hacerte de todas la primavera
Ernestina de Champourcin “Primavera”:
¡Toda la primavera dormía entre tus manos!
Iniciaste en un gesto la fiesta de las rosas
y erguiste, enajenada,
esa flecha de luz que impregna los caminos.
Jaime Torres Bodet, Pablo Neruda, Antonio Machado y Gustavo
Adolfo Bécquer también han escrito poemas de primavera.
Gabriela Mistral “Doña Primavera”
Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.
Lleva por sandalias
unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.
Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!
Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...
No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?
¿Cómo va a encontrarlas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?
De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.
Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas...
Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:
Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,
y de exultación.
Antonio Machado “Primavera”
La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
-recordé-, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida
quién te volviera a soñar!
Friedrich Hölderlin “La primavera”
Del espíritu olvida el hombre los pesares,
más la primavera está en flor, y espléndidos todos los
lugares,
el verde campo se extiende majestuoso,
donde discurre la hermosura del arroyo.
Las montañas de árboles se han cubierto,
y espléndido es el aire en el espacio abierto,
el vasto valle está en el mundo dilatado
y la torre y la casa en colinas apoyados.
Juan Ramón Jiménez “La primavera”
Abril, sin tu asistencia clara, fuera
invierno de caídos esplendores;
mas aunque abril no te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás la primavera.
Eres la primavera verdadera;
rosa de los caminos interiores,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.
¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,
abrazados los dos, sea tu risa
el surtidor de nuestra sola fuente!
Mi corazón recogerá tu rosa,
sobre mis ojos se echará tu brisa,
tu luz se dormirá sobre mi frente...
Rafael Morales “Primavera”
Era una noche azul; la primavera
inundaba mis sienes y mis manos,
y era el mundo, muchacha, un fruto inmenso,
cálido, abierto, mudo y entregado.
Sentí mi carne desprenderse, irse
por el paisaje misterioso y claro,
mi sangre fue con los arroyos lentos,
mi corazón perdióse en el espacio.
Era hermoso en la piel sentir el roce,
hecho leve suspiro, de los astros,
y tener en la mano, dulcemente,
un murmullo de nubes y de pájaros.
Me fundí con el aire, con las cosas,
sentí el fondo del mundo entre los labios
y palpité, en la noche inmensa, grande,
como un tremendo arcángel derramado.
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